En este artículo hablaremos sobre el tambor chamánico, ya que es el principal instrumento ceremonial de nuestra tradición.
Esto no es nada extraño, dado que, para acceder al mundo espiritual, desde tiempos ancestrales los chamanes de todo el mundo los utilizan.
Tambor chamánico «el corazón de nuestra tradición»
En nuestra tradición este instrumento no solo está consagrado a la entidad Ṣàngó (Xango), quien está vinculando el mundo físico con el mundo espiritual.
Sino que también representa el latido cósmico, la vibración creadora y como este se diversifica creando todo lo que existe materialmente.
Aunque es para el ser humano difícil de percibir, todo en el universo late, de una forma similar al latido de nuestro corazón.
La vibración cósmica
En el universo todo vibra y todo se mueve, la física cuántica lo ha demostrado con la teoría de cuerdas.
Aunque algo parezca estar estático, sus moléculas están en continuo movimiento.
Siendo en ocasiones, este movimiento tan lento, que el ojo humano no puede percibirlo, de la misma manera, que no podemos observar el crecimiento de las plantas.
A nivel sub atómico, las partículas materiales aparentemente sólidas, son en realidad «estados vibracionales» al que los físicos teóricos han llamado cuerdas y que son objetos unidimensionales extendidos.
Ritmo del Tambor chamánico
La forma en que alternadamente se realizan una serie de sonidos que se repiten periódicamente en el tambor durante un determinado intervalo de tiempo es a lo que llamamos ritmo.
Estos sonidos son diferentes en intensidad, es decir, pueden ser fuertes y débiles.
Así como también varían en duración es decir largos y breves.
El ritmo logra que la vibración del tambor este ligado a ciclos armónicos, porque todo tiene un período de trabajo y un período de descanso. Todo tiene un principio y en algún momento tendrá un fin, así es que la combinación de notas y silencios forman el ritmo de nuestro tambor chamánico.
Interacción dinámica
En la naturaleza la combinación de períodos de vibración y períodos estáticos, dos fuerzas que representan la interacción dinámica, forman un conjunto finamente equilibrado.
El ritmo emitido por el tambor representa a Ìwáṣẹ, la cantidad de energía que puede ser absorbida, propagada o emitida por la materia, el ritmo de la vida.
Algunos maestros de percusión llamados Alàgbé, dibujan diagramas simbólicos que sirven como mapa del mundo energético espiritual, que dirige la energía para un fin determinado y potenciando el trabajo energético.
Estos diagramas simbólicos en nuestro chamanismo representan la evolución espiritual de Ṣàngó. El cual sirve para canalizar la energía del tambor, que se convierten en una suerte de guía hacia la conexión espiritual, el equilibrio energético y el crecimiento personal.
El poder del tambor
Desde el principio de los tiempos el tambor late rompiendo el silencio, trascendiendo el tiempo y el espacio. Aunque en nuestra tradición existen muchos instrumentos de percusión chamánica, el tambor es el instrumento rítmico por excelencia.
En nuestros rituales sagrados el tambor está íntimamente asociado a lo ceremonial y sacro simbólico.
Esto es por la creencia generalizada de sus poderes mágicos, asociándolo a la voz sagrada de los Òrìṣà y los ancestros ascendidos. Además, nuestros ancestros nos han trasmitido que los tambores simbolizaban una protección para los reyes de la tribu ganando así un lugar sagrado.
Influencia del tambor
El tambor ha sido tan importante en la cultura afroamericana que dio origen a la palabra «CANDOMBLÉ».
Esta expresión proviene de la fusión de dos palabras de distintos orígenes:
- Candombe de origen bantú.
- Ilé de origen yorùbá.
Cuando el amo blanco de esas zonas, le preguntaba al negro que era lo que estaba haciendo, durante sus reuniones religiosas con toques de tambor y cantos a las deidades.
Este le respondía; «estamos haciendo Candombe-Ilé».
Queriendo decir, que estaban tocando con los tambores bantúes, el ritmo de candombe, un ritmo muy puro en Uruguay. El cual, ellos tocaban en el Ilé que significa casa, en lengua yoruba.
Esta mezcla se mantiene viva hasta hoy, pues la gran mayoría de los Candomblé en general, «incluso los más tradicionalistas yorùbá», siguen usando tambores del tipo bantú.
En los distintos Candomblé los tres tipos de atabaque o tambores que se utilizan son:
- Rum, que es el más grave.
- Rumpi, el medio.
- Lê, que es el de sonido más agudo, asimilándose también por la Umbanda de Bahía y Rio de Janeiro.
Nuestro tambor chamánico
El tambor más utilizado en nuestra tradición es el Dunun, también conocido como dundun, doundoun, o djun djun.
Al igual que el tambor del Candomblé este también está dividido en tres tipos:
- Kenkeni el tambor más pequeño; tiene el diapasón más alto y por lo general sostiene el ritmo junto con un modelo simple.
- Sangban el de tamaño medio; típicamente tiene una parte más compleja que define el ritmo.
- Doundounba que es el más grande; a menudo sirve para añadir profundidad con sonidos más graves y mediante golpes muy espaciados.
Cuando se utiliza este formato el tambor más pequeño es utilizado por el Irúfẹ o aprendiz, el mediano por el Ọ̀gá o tamborero y el tambor grande es tocado por el Alàgbé o maestro de tambor.
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Tambor Ìyá Ìlú
Dentro de nuestra tradición en la mayoría de los casos se toca uno solo de los dundun, esto se debe a diferentes razones; políticas, sociales, económicas y culturales.
Cuando es uno solo el intérprete del tambor generalmente utiliza el tambor grande o el de tamaño medio, en este caso el intérprete es el Alàgbé o el Ọ̀gá (Ogán).
El sonido es característicamente grave, encargado de llevar el ritmo y por este motivo es llamado Ìyá Ìlú; que significa, tambor madre.
La mayor parte de los tambores usados en los rituales de ancestros y de Òrìṣà, son consagrados a través de retiros espirituales y rituales que se les realiza directamente para este fin. Èṣù, es quien orienta este proceso de consagración y quien abre los canales o caminos para las diferentes manifestaciones del trance.
El camino del tambor
En algunos casos el Alàgbé con su tambor Ìyá Ìlú es acompañado de un tambor más pequeño siendo entonces dos los encargados de tocar el tambor. Este segundo tamborero es el Ọ̀gá o en algunos casos el Irúfẹ; nombre que indica algunas funciones específicas de ciertos integrantes del Ilé.
Es importante destacar, que antes de convertirse en Alàgbé, un Ọ̀gá es escogido para este fin por los Òrìṣà y de esta manera pasa a ser un Irúfẹ Ìlú, es decir, un aprendiz en el arte del tambor.
Quienes practican la percusión, por lo general no entran en trance, pero a pesar de esto no dejan de tener intuición. Además, su conocimiento de los círculos chamánicos, así como del ritual Ṣiré Òrìṣà, es mayor que el de cualquier otro integrante del Ilé, exceptuando al Bàbá o la Ìyá.
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