Seguramente a muchas personas les parecerá extraño que comencemos el año con este artículo de blog dedicado a Ọtín, la madre selva.
Pero esto se debe a que el 7 de enero es su aniversario.
Este es uno de los Òrìṣà que más pasa desapercibido dentro del círculo chamánico de Òrìṣà, porque aparece como inseparable compañera de Ọdẹ «el cazador».
Aunque estos dos seres espirituales Ọdẹ y Ọtín, representan la inseparable conjunción arco (mujer) y flecha (hombre) que, aunque muy diferentes se complementan; ella es un Òrìṣà independiente.
Este artículo sobre Ọtín no solo ayuda a comprender mejor a el Òrìṣà Ọdẹ, sino que además es una guía para la comprensión de cómo se complementan los sexos a pesar de ser opuestos.
Sincretismo de Ọtín «la madre selva»
Como ya hemos mencionado el 7 de enero es el aniversario de Ọtín, esto es por su sincretismo con María Bernarda o Santa Bernardita.
Esta mujer católica encarnó todo el concepto de Ọtín, de forma similar que las reinas indígenas de Sudamérica Jurema y Yara.
Porque los espíritus de Jurema y Yara, más conocida como María Lionza o María de la Onza, son consideradas encarnaciones de Ọtín, el espíritu femenino del monte.
Estos dos espíritus desencarnados femeninos Jurema y Yara, por sus fuertes características tuvieron tal impacto en la cultura sudamericana, que han sido motivo de culto en la zona de la selva amazónica.
Cultos en los que se mezclan ritos y creencias católicas, indígenas y africanas entre otros.
Ọtín, manifiesta una espiritualidad cotidiana, carente de estructuras complicadas, natural y basada en la verdad.
Ya sea en la tradición de Òrìṣà o en cultos de espiritismo chamánico de América, en ello se conjugan armoniosamente el realismo de la gente de campo y la conciencia de que, por encima de todo, vale la inteligencia de las acciones que se deben cumplir.
Así es que Santa Bernardita representa el arquetipo católico de Ọtín, debido a que de la misma manera que las nativas americanas Jurema y Yara ella fue un canal limpio para que por ella pasara toda la fuerza de Ọtín; esencia de la arboleda, espíritu de la espesura del monte y de la frondosa floresta.
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Ọdẹ y Ọtín
Según nuestra tradición, cada ser, objeto o pensamiento posee un complemento del que depende para su existencia y que a su vez existe dentro de él mismo.
Ọtín es el principio femenino, la tierra, la oscuridad, la pasividad, la absorción y el arco.
Ọdẹ es el principio masculino, el cielo, la luz, la actividad, la penetración y la flecha.
A través de las figuras arquetípicas de Ọdẹ y Ọtín nuestros ancestros nos trasmiten la enseñanza de que nada existe en estado puro, ni tampoco en absoluta quietud, sino en una continua transformación y movimiento.
Nuestros antepasados chamánicos nos transmitieron esto para minimizar desde una perspectiva afectivamente positiva, las consecuencias de los desencuentros entre hombres y mujeres.
Estas dos fuerzas, Ọdẹ y Ọtín, son la fase siguiente después del Ọṣá, principio generador de todas las cosas del cual surge todo.
La sabiduría ancestral de Òrìṣà contenida en estas dos figuras arquetípicas también nos enseña que, cualquier idea puede ser vista como su contraria si se la mira desde otro punto de vista.
En este sentido, la categorización de positivo o negativo sólo lo sería por conveniencia.
Por este motivo, aunque este Òrìṣà tiene un gran prestigio y numerosas personas presentan este arquetipo, en su mayoría se les considera regidos por Ọdẹ.
Todos somos influenciados por Ọdẹ y Ọtín
Estos dos Òrìṣà conforman un concepto en la naturaleza que trasciende el tiempo y el espacio.
Su energía se manifiesta en los bosques cerrados, animales y parques que se conservan sin contacto con los seres humanos.
Debido a esto, la comprensión de las figuras arquetípicas de Ọdẹ y Ọtín, así como la fusión complementaria que existe entre ambos es muy importante para todos nosotros. Porque Ọdẹ y Ọtín representan la figura arcaica, así como los ambientes antiguos, primitivos y originales.
Entornos en los que hombres y mujeres evolucionamos de forma distinta para complementarnos mejor y sobrevivir.
Así es que este conocimiento resulta absolutamente necesario para quienes, viviendo en pareja o con deseos de hacerlo, quieren dar y obtener lo máximo de su relación con el sexo opuesto.
Características de Ọtín la madre selva
Ọtín habita en bosques vírgenes, así como en las zonas de tierra con mucho verde y sin cultivar.
Es el Òrìṣà femenino responsable de la recolección y fundamental en la actividad masculina de la caza.
Está tradicionalmente asociada con la luna y por lo tanto la noche.
Su energía nocturna se manifiesta especialmente en los pájaros de la noche, el mejor momento para la caza. Ọdẹ y Ọtín conjuntamente con Ọ̀sányìn son los guardianes de los secretos del bosque.
Ellos son los responsables del ecosistema.
Los antiguos chamanes decían que Ọdẹ y Ọtín cazaban los animales para que Ọ̀sányìn los estudiara, también le ayudan a realizar hechizos y a recoger las hojas sagradas.
Las herramientas que Ọtín utiliza son:
- La lanza.
- El arco y la flecha.
- Pero además la Kapanga más conocida como honda, una de las armas más antiguas de la humanidad. Así como también bodoque, bolas o boleadoras.
Instrumento de caza arrojadizo creado por los indígenas sudamericanos.
Ọtín siempre es representada con una jarra de agua en la cabeza, porque además de ser una guerrera y cazadora también se encarga de las plantaciones.
En su representación tiene dos cuernos de búfalo colgando alrededor de su cintura y también utiliza Ìrùkẹrẹ̀; un bastoncillo de cola de vaca con el mango envuelto en cuero y decorado con un caracol.
Origen de Ọtín la madre selva
Esta entidad espiritual es considerada hija de Ìyá-nlá la gran madre y de Ìnlẹ el más antiguo de los cazadores.
Según la tradición, Ìnlẹ poseía el secreto de la medicina primitiva, la cual se transforma en la fuente de sabiduría del médico brujo del panteón yorùbá.
Al igual que su padre Ìnlẹ, la esencia de Ọtín manifiesta un carácter silvestre y conservador.
Manteniéndose alejada de la civilización y evitando totalmente los lugares donde la mano del hombre ha contaminado la naturaleza, su dominio.
Por consiguiente, se considera que la energía de Ọtín no se aventura en granjas u otros lugares donde el hombre ha cultivado la tierra y hay casas construidas.
Esta deidad femenina de la recolección, esposa y compañera del Òrìṣà Ọdẹ más popularmente conocido con el nombre de Ọ̀ṣọ́ọ̀sì, con quien vive en el monte, es un espíritu de la naturaleza que por sus características es considerada la esencia del Amazonas.
Donde mejor se conserva su culto es en el cono sur americano.
Ọtín vive en aguas como Yemọja, Ọ̀ṣun y Ẹ̀rìnlẹ, pero también en el bosque con Ọ̀sányìn, Ògún y Ọdẹ. Porque es parte de un grupo selecto de Òrìṣà regentes de la abundancia, así como Ìnlẹ y Ọ̀ṣun Àdókọ la gran Ìyá-nlá.
Representación totémica de Ọtín la madre selva
Al igual que Ọ̀sányìn y Ọdẹ, Ọtín posee un fuerte vínculo con Àrọni, el espíritu del bosque representado totémicamente en el sagrado árbol Ìrokò.
Por este motivo esta esencia espiritual no solo se representa en piedra (Òkúta) como la mayoría de los Òrìṣà.
Sino que también se representa en un muñeco totémico de madera (Òkò gángan).
Ya sea en madera o piedra, las representaciones totémicas de Ọtín están siempre unidas a Ọdẹ, abrazados frente a frente, en una perfecta fusión arco (mujer) y flecha (hombre).
Estas representaciones totémicas son usadas para representar o referirse a la dualidad que la filosofía Àṣa Òrìṣà atribuye a todo lo existente en el universo. Describe las dos fuerzas fundamentales opuestas y complementarias, que se encuentran en todas las cosas.
Arquetipo de Ọtín la madre selva
En el caso de que Ọtín se dé como Òrìṣà tutelar (Òrìṣà de cabeza), cosa que generalmente se da en mujeres.
El perfil psicoemocional de sus hijas es muy femenino, así como su rol en la sociedad, siendo buenas amas de casa, madres dedicadas y comprensivas.
Para formarnos una idea general del formato psicológico y de la constitución física de las personas que responden a la vibración de Ọtín, llamados hijos de Ọtín, tenemos que pensar en características de los espíritus de las madres de las aguas Naná Bọ̀rọkún, Ìyémòjá, pero sobre todo Ọ̀ṣun.
Hablamos de un perfil maternal, aunque superficial, poseyendo un gran gusto por el lujo, la sensualidad, la belleza, el encanto, la elegancia, equilibrando esto con una gran bondad, confianza y sentido común.
Por supuesto también tiene características en común con Ọdẹ, es decir, no sueñan mucho, canalizando su energía e intelecto para la decisión correcta en el momento adecuado.
Por tanto, es coherente con las amables personas que lidian bien con la realidad material, soñar poco, tener los pies a tierra, en ellas prima la precaución, la objetividad y la seguridad.
Sin embargo, hay características de los hijos de Ọtín, que no pertenecen a ningún otro Òrìṣà, ni a Ọ̀ṣun ni a Ọdẹ. De hecho, manifiestan el arquetipo de los dos, pero superficialmente.
Una de las diferencias más grandes entre los perfiles de Ọdẹ y Ọtín es que:
- Ellas dirían, todo es mejorable.
- Ellos dirían, si funciona, déjalo.
Manifestaciones de Ọtín en nuestras vidas
La energía de Ọtín se manifiesta en la lucha diaria por la supervivencia, defendiendo lo que le corresponde y también por el trabajo; sin olvidar su necesidad de libertad.
La Òrìṣà Ọtín, es una deidad que vive al aire libre y está siempre lejos de un hogar organizado y estable.
Porque su esencia está en el bosque, cazando los animales que garanticen el sustento de la tribu, por lo tanto, se consagra como protectora de los cazadores y la proveedora de la supervivencia eterna.
El espíritu de la madre selva protege tanto al cazador como a la caza, considerándolos miembros de un mismo habitad en el bosque.
Ella trasmite en su gran nobleza una sabia lección, que la muerte de unos es el sustento de otros porque todas las vidas están unidas.
Es importante destacar, que Ọtín nunca aprueba la matanza sin sentido. Para ella la muerte de los animales debe garantizar comida para el ser humano y los rituales de los Òrìṣà o reverenciar a los ancestros.
Por lo tanto, ella representa un símbolo de la resistencia y la oposición a la caza furtiva.
Su principal responsabilidad en relación con el mundo es garantizar la vida de los animales que se pueden cazar.
También se le atribuye poder sobre los cultivos y el ganado ya que la agricultura y la ganadería se introdujeron históricamente después de la caza y la recolección como medio de vida.
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