ode el cazador

Ọdẹ «el cazador»

Para todos aquellos que nos han pedido más información sobre Ọdẹ, el cazador y proveedor del alimento a las familias. En este artículo les traemos las características más importantes del gran protector de la naturaleza.

Lo primero que se a de saber es que Ọdẹ, literalmente significa cazador en lengua yorùbá.

Ọdẹ, es el compañero inseparable de Ọtín, quien al igual que ella solo mata para procurar la comida. Después de eso cuida a los animales para asegurar la alimentación de los seres humanos.

Este Òrìṣà cazador, en nuestra tradición chamánica afro-americana es sincretizado con San Sebastián quien fue un santo mártir muy venerado por los cristianos romanos.

Sincretismo de Ọdẹ «el cazador»

Al igual que sucede con la mayoría de los aniversarios en nuestra tradición, por sincretismo el día de Ọdẹ, el cazador es el 20 de enero.

Esto es por el antiguo rito católico dedicado a San Sebastián.

Sebastián fue un soldado del ejército romano que se negó a dejar de profesar su fe; fue torturado con flechas, el símbolo del Òrìṣà Ọdẹ.

El culto a San Sebastián es muy antiguo y está muy extendido.

La fama de San Sebastián es porque se cree que, si se le pide algo, él nos avalará ante el creador.

Por lo cual se nos concederá el favor que solicitamos.

Ọdẹ es una divinidad sinergética y masculina, misterioso, veloz y silencioso, para muchos es la especialización de un avatar de Ògún perdido en el tiempo. Quizás de ahí su relación sincrética con el jefe de la primera cohorte de la guardia pretoriana imperial, San Sebastián.

Ọdẹ, es el defensor de los desprotegidos y es el que ayuda a las mujeres, a los niños, los enfermos y los ancianos. Es la fuerza que la persona necesita para eliminar las distracciones y para llevar las peticiones a lo mas alto del plano astral.

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CHAMANISMO ANCESTRAL

Origen del cazador Ọdẹ

En las antiguas comunidades africanas, y aún hoy, en las más apartadas de las civilizaciones, las únicas personas que podían poseer algún tipo de armas eran los cazadores.

Estos cazadores tenían doble función, la primera era proveer a la tribu de alimento encargándose de traer la comida a la aldea y la segunda protegerla.

Para estas funciones, el aliado material era Ògún el gran protector, porque sin pedirle a él, no había ninguna cacería que tuviera éxito. Pero también estos cazadores tenían un pacto o un entendimiento con el espíritu del monte o la selva.

El vínculo con el espíritu del monte Àrọni, era Ọ̀sányìn, el médico de la tradición chamánica africana. El Òrìṣà que conoce el poder terapéutico de todas las hojas de los árboles y los secretos del monte.

Los cazadores nocturnos y los grupos de caza mantenían una estrecha relación con estos espíritus.

Ellos les ayudaban a comprender qué tipo de animales se debían cazar para comer y qué tipo de animales no se debía cazar por que formaban parte del culto de Ọ̀sányìn o de los rituales de Ògún.

Como vemos, el equilibrio natural ya existía desde épocas remotas.

A estos cazadores que salían en expedición a buscar el lugar favorable para conseguir la manutención de la aldea y que de noche eran los guardianes del lugar donde vivían, se los llamaba Ọdẹ, así nace este el arquetipo arcaico masculino.

Ọtín su contraparte femenina

Así como la función arcaica masculina generó la figura arquetípica de Ọdẹ, el cazador y protector nocturno, las mujeres fueron representadas por Ọtín.

El arquetipo arcaico femenino, representa quienes preparaban la comida y se encargaban de la recolección de agua y de otros elementos.

Es la imagen femenina que acompaña al cazador y que por tanto alimenta los hijos y la aldea.

Estas dos figuras que se culturan en las naciones que integran nuestra tradición chamánica de Òrìṣà, son de importancia fundamental para que; en un hogar, una casa o una familia nunca falte la comida.

Ọdẹ y Ọtín tienen estrecha relación con Ọ̀ṣun Ẹ̀pandá Ìbéjì y Ṣàngó Àganjú Ìbéjì, dueño de la abundancia en la mesa.

Representación totémica

Ọdẹ tiene la particularidad de ser totemizado en un muñeco de madera, se lo representa como un adolescente empuñando su Ọfà (arco y flecha unidos).

En esta representación totémica, también se encuentra su inseparable compañera Ọtín, una Òrìṣà de carácter más reservado aún y sumamente quisquillosa.

Ella es también representada en un muñeco, obviamente femenino, portando además de las consabidas armas una diminuta vasija de barro que se le coloca en la cabeza.

Ọdẹ el cazador siempre anda con Ọtín su compañera.

La filosofía detrás de Ọdẹ y Ọtín

Ọdẹ es el principio masculino y Ọtín es el principio femenino, son interdependientes, no puede existir el uno sin el otro.

Ọtín y Ọdẹ nos muestran en su fusión un principio de la naturaleza en el que todo tiene su opuesto.

Aunque este no es absoluto sino relativo, ya que nada es completamente femenino ni completamente masculino.

Por ejemplo, el invierno se opone al verano, aunque en un día de verano puede hacer frío y viceversa. Por este motivo, es que su representación totémica siempre son dos elementos, femenino y masculino que se fusionan.

Ọdẹ y Ọtín, aunque poseen una polaridad muy marcada al igual que muchos otros Òrìṣà pueden subdividirse a su vez en femenino y masculino.

Esto es porque en la naturaleza todo aspecto femenino o masculino puede subdividirse a su vez en femenino y masculino o en positivo y negativo indefinidamente.

Por ejemplo, la luna es femenina al compararla con el sol que emana luz, pero si la comparamos con la noche es masculina, porque en esta ocasión es ella la que ilumina la noche. Esto también nos demuestra que pueden transformarse en sus opuestos.

La noche se transforma en día, lo cálido en frío, la vida en muerte, sin embargo, esta transformación es relativa también.

Por ejemplo, la noche se transforma en día, pero a su vez coexisten en lados opuestos de la tierra. Siempre hay un resto de cada uno de ellos en el otro, lo que conlleva que el absoluto se transforme en su contrario.

Este cazador, llamado Ọdẹ, sufre una transformación y es conocido más adelante con el nombre de Ọ̀ṣọ́ọ̀sì.

Ọdẹ se transforma en Ọ̀ṣọ́ọ̀sì

El nombre Ọ̀ṣọ́ọ̀sì proviene del término yoruba Ọ̀ṣọ́ bọwọ́ gọ̀sì, que significa el más respetado del monte.

La palabra Ọ̀ṣọ́, hace alusión al cazador o tutor del monte, y también al hechicero.

Porque Ọdẹ el cazador, es un gran brujo, debido a que al estar en contacto constante con la naturaleza a aprendido los secretos de las hojas y los animales.

Gracias a esto él pudo descubrir los secretos de Ìyámi Òṣòrọ̀ngà y así pudo matar a una de las aves de ajé (malvadas brujas).

De esta manera, libró a los habitantes de la ciudad de Ketú del hechizo de las malvadas brujas. Así se convirtió en Alá-Ketú, protector, rey y gobernante del territorio de Ketú.

Ọdẹ, el cazador en la diáspora

El culto a Ọdẹ está muy extendido en sud-américa, pero según Pierre Verger está casi olvidado en África.

Muchas veces a Ọdẹ se le rinde culto bajo el nombre de Ọ̀ṣọ́ọ̀sì.

La hipótesis del investigador francés Pierre Verger, es que Ọ̀ṣọ́ọ̀sì, era adorado principalmente en Ketú, territorio que fue prácticamente destruido en el siglo XIX por las tropas del entonces rey de Dahomey.

La trata de esclavos provocó que los miembros del culto consagrado a Ọdẹ, fueran vendidos como esclavos en Brasil, Antillas y Cuba.

En Brasil, tanto el Òrìṣà Ọdẹ como Ọ̀ṣọ́ọ̀sì, tienen un gran prestigio y fuerza popular, además de un gran número de adeptos.

Resulta muy comprensible que la figura del Òrìṣà Ọdẹ, haya tenido una muy rápida aceptación en sud-América. Debido a que se identifica perfectamente con el concepto arquetípico de los nativos americanos de la selva amazónica.

Esta región esta típicamente poblada por los espíritus de estos nativos, los cuales son muy populares en el chamanismo Umbanda.

Este, como muchos otros chamanismos realiza un sincretismo entre los ritos de los nativos americanos y de los africanos, muy común en toda Sudamérica.

Arquetipo de Ọdẹ «el cazador»

Para formarnos una idea general del formato psicológico y de la constitución física de las personas que responden a la vibración de Ọdẹ tenemos que pensar en un animal como pantera, leopardo o jaguar.

 Símbolo reflejado en su palabra de invocación «Òké àrọ».

Que es una forma yorùbá de alabanza a los más grandes cazadores algo así como «señor del monte».
Òké, significa bosque, monte o montaña y Àrọ, es un honroso título dado a los cazadores.

Representa a el hombre imponiendo su autoridad en el mundo salvaje, transformándose en un ser más del bosque, en el que se adentra para sobrevivir, pero sin cambiarlo.

Conclusión de este arquetipo

Los que pertenecen a esta vibración llamados hijos de Ọdẹ, son por lo general personas joviales, rápidas e inteligentes, tanto mental como físicamente.

Este perfil presenta arquetípicamente las características atribuidas al Òrìṣà, suelen tener una personalidad un tanto primaria.

Son rápidos de reflejos, listos y pendientes de cualquier oportunidad que les surja, que a buen seguro no dejarán escapar. Siempre alerta frente a los avatares que les pueda deparar el destino, necesitan sentirse libres. Con claras tendencias nómadas y bohemias, su núcleo familiar suele sufrir por dicha causa.

Tiene, por tanto, un gran poder de concentración y atención, junto con la determinación para alcanzar sus metas y paciencia para esperar el momento adecuado para actuar.

Físicamente tienden a ser relativamente delgados, con un aspecto un tanto nervioso pero controlado.

Son reservados y con una fuerte conexión con el mundo material, sin que esta tendencia denote ambición ni inestabilidad emocional.

Es el concepto de fuerte, independiente, conjuntamente a la capacidad extrema de romper con las normas, como resultado de su actividad mental, que lo llevara a menudo hacia el aislamiento o distanciamiento.

Características generales

Rara vez se escucha que Ọdẹ, se vea involucrado en las actividades del día a día de la civilización sedentaria.

Es un auténtico hijo del bosque en donde simboliza justicia a través del equilibrio natural del ecosistema.

Es un marginado social que vive alejado de la mundanal sociedad.

La tradición lo describe con campanas en su pierna izquierda, la pierna del poder, que suenan cuando camina por el bosque.

En América se lo representa con un tocado de plumas en su cabeza.

En África con un gorro de cuero que tiene varias plumas adornándolo; también usa una piel de leopardo, que es adornada con caracoles.

Es el cazador divino, una representación de la justicia humana y la equidad de la naturaleza.

Siempre trabaja en conjunción con Ògún, quien representa la fuerza bruta y las energías creativas y destructivas del cosmos.

Juntos simbolizan la justicia balanceada, la destrucción de lo obsoleto y la creación de nuevas avenidas en la vida.

Su unión implica la disolución de uniones y la creación de nuevas alianzas.

La principal habilidad del Òrìṣà Ọdẹ, es la búsqueda de la perfección, porque él siempre está buscando la más bella y perfecta criatura para presentársela al creador.

Es el símbolo de la pureza e idealismo, así como también es implacable de todo lo que es inmoral e injusto.

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