El termino Tupinambá significa “el más antiguo” o “el primero”, y se refiere a una gran nación de nativos sudamericanos. Aunque existían otras tribus menores las principales eran; los tamoios, los temiminós, los tupiniquins, los potiguara, los tabajaras, los caetés, los amoipiras, los tupinás (tupinaé), los aricobés y el grupo que inicio esta alianza de tribus dándole nombre, es decir los Tupinambá.
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El lenguaje tupinambá
Los Tupinambás como nación dominaban casi todo el litoral brasileño y poseían un lenguaje común, que tuvo su gramática organizada por los jesuitas y pasó a ser conocida como el tupi antiguo. Sin embargo, normalmente, cuando se habla de Tupinambás, se refiere a las tribus que hicieron parte de la Confederación de los Tamoios, cuyo objetivo era luchar contra los portugueses, también conocidos como perós.
La lengua tupinambá es la base del ñe’engatú que fue la lengua inicial de la colonización de Brasil y que aún tiene alrededor de 30.000 hablantes. La lengua tupinambá es la fuente de numerosos préstamos creando algunos léxicos brasileños (e indirectamente a otras lenguas), especialmente en el campo de la flora y la fauna autóctonas de la región amazónica. Algunos ejemplos son: tapioca, jaguar, mandioca, tucán o tapir.
Guerras intertribales tupinambá
A pesar de tener raíces comunes, las diversas tribus que componían la nación Tupinambá luchaban constantemente entre sí movidas por un intenso deseo de venganza que resultaba siempre en guerras sangrientas en que los prisioneros eran capturados para ser devorados en rituales antropofágicos. Autores como el alemán Hans Standen (la historia de los salvajes, desnudos y feroces…), y los franceses Jean de Léry (viaje a la Tierra del Brasil) y André Thevet (las singularidades de la Francia Antártica), todos del siglo XVI, más allá de las Cartas Jesuitas de la época, nos dan noticias muy precisas acerca de quiénes eran y cómo vivían los indios Tupinambás.
Creencias de los Tupinambá
En todas las tribus Tupinambás era común la observancia a los héroes civilizadores, como llama Alfred Métraux en su libro “La religión de los Tupinambás” que eran divinidades que habían creado o dado inicio a la civilización indígena (Meire Humane e Pae Zomé – mito amerindio común en toda la américa meridional). También era común la intercesión junto a los espíritus de los pajés (chamanes), el uso de las maracas, sonajas místicas cuyo uso era obligatorio en cualquier ceremonia.
Actualmente existen dos núcleos de indios Tupinambá, en el litoral de Bahía: Olivença, municipio de Ilhéus, con 20 aldeas y 3864 indígenas; y la aldea Patiburi, municipio de Belmonte, con 199 personas.
Territorio
Los Tupinambás de la Región Sudeste del Brasil tenían un vasto territorio, que se extendía desde el río Juqueriqueré, en San Sebastían/Caraguatatuba, en el Estado de San Paulo, hasta el cabo de San Tomé, en el estado del Río de Janeiro. El grueso de la nación Tupinambá se localizaba en la bahía de la Guanabara y en Cabo Frio, o Gecay, el nombre de la mezcla de sal y pimienta que los indios, aunque no consumiendo la sal, vendían a los franceses, con los cuales se aliaron cuando estos establecieran la colonia de la Francia Antártica en la bahía de Guanabara. Por el motivo de que los Tupinambás poseían casi todo el territorio brasileño y parte de otras regiones como Paraguay, Uruguay y Argentina. Podemos decir que todos los del cono sur americano somos descendientes de esos grandes guerreros.
Unión de Tribus
Las tentativas de esclavitud de los indios para servir en los ingenios de la caña de azúcar en el núcleo vicentino, llevaron a la unión de las tribus en una confederación bajo el comando de Cunhambebe, llamado de Confederación de los Tamoios (ver el articulo Ogum 7 encrucijadas), englobando todas las aldeas Tupinambás, desde San Paulo, Valle del Río Paraíba (San José de los Campos, Taubaté y otras) hasta el cabo de San Tomé, con envidiable poderío de guerra.
Es en este interino que Nóbrega y Anchieta habrían sido llevados por José Adorno en barco hasta Iperoig (actual Ubatuba), para intentar hacer las paces con los indios fronterizos en el local de la actual ciudad de Ubayuba (aldea de Uperoig). Según cuentan las historias, Nóbrega volvió hasta San Vicente con Cunhambebe y el Padre José de Anchieta quedó cautivo de los Tupinambás en Ubatuba. Hechos legendarios y fantásticos habrían ocurrido en esta época del cautiverio, como el milagro de Anchieta: levitar entre los indios, que horrorizados, querían que él de allí se retirase pues pensaban se trataba de un hechicero.
El fin de los Tamoios
Sea como fuera, los padres católicos, con mucha diplomacia consiguieron desmantelar la Confederación de los Tamoios, promoviendo la Paz de Iperoig, el primer tratado de paz de las américas. Se dice que después de haberse comprometido a la paz, Nóbrega advirtió a los indios de que, si volvían atrás en la palabra empeñada, serían todos destruidos, profecía que de hecho se concretizó.
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El exterminio de los Tupinambás
Cuando los portugueses atacaron a los franceses en el Río de Janeiro, estos pidieron ayuda a los indios, que acudieron a sus aliados. Esto llevó al exterminio de los Tupinambás que vivían en aldeas en torno de la Bahía de Guanabara, en la segunda mitad del siglo XVI. Los que consiguieron salvarse fueron los que penetraron en las selvas con algunos franceses y los indios Tupinambás de Ubatuba que, para no correr riesgos y ayudar a los hermanos del Río, penetraban en las selvas o fueron asimilados por los colonos en Ubatuba, generando la actual población caiçara de aquella región, así como la población cabocla del Valle del Paraíba Paulista y Fluminense.
Sin embargo, el golpe fatal al fin de los Tupinambás, fue el ataque a la última fortaleza francesa en Cabo Frio, con la destrucción de todas las aldeas. Todo fue destruido con fuego y pasado al “filo de la espada”. Los sobrevivientes o se refugiaron en las selvas y migraron para otras regiones o algunos pocos todavía, al final del siglo XVI, podían ser encontrados en una aldea de indios cristianos próxima del entonces recién fundada ciudad del Rio de Janeiro, local donde murió y fue enterrado el Padre Nóbrega.
Por esos motivos y por algunas declaraciones que denotarían el exterminio indígena, es que el Padre José de Anchieta ha sido considerado muy polémico hasta los días actuales, aunque en otras oportunidades, haya declarado que se llevaba mejor con los indios, que con los portugueses. Al final, los padres jesuitas tenían la buena intención y buena fe de recoger nuevas almas para la Iglesia, en el movimiento conocido como Contra-Reforma, un movimiento contra la Reforma protestante de Martín Lutero que se había iniciado en Europa.
Los Tupinambá en Umbanda
Cuando comenzaron a llegar espíritus de nativos americanos en nuestra amada Umbanda, uno de los primeros fue el espíritu que se dio a conocer como Cacique Tupinambá. Él fue de los primeros espíritus en formar una entidad o grupo espiritual y el primer nativo a usar este ropaje fluídico sin mesclas de encarnaciones anteriores, por eso es el Rey de los Caboclos o Rey de la Selva.
El Cacique Tupinambá luego formó la falange de los Caboclos Tupinambá, como el Caboclo Pena blanca. También se considera que el Cacique Tupinambá es llamado rey de los indios porque era el que tenía más poderes de entre los payes (chamanes). Además, el cacique Tupinambá abrió todo un espectro de entidades como el Cacique Aimoré y la falange de Jurema, entre otros.
Muchos médiums que dan pasaje para espíritus de la falange del Cacique Tupinambá son hijos del Orixá Odé (Oxóssi), pero es nítida la presencia vibracional de la corriente de Ogum en estas entidades. Según cuentan las mismas entidades de Umbanda; de la unión entre el Caboclo Oxóssi con la Cabocla Jurema nació el Caboclo Siete Flechas. Así que Caboclo Siete Flechas es hijo del comandante de la línea de Oxóssi y nieto del cacique Tupinambá, uniendo la vibración de Oxóssi y Ogum.
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