Para comprender al caboclo de Umbanda conocido como Cacique Aimoré, primero tenemos que comprender que tras la llegada de los portugueses a Brasil, otras etnias quisieron disputar espacio, como los franceses y los españoles.
Eso generó muchas revueltas en el litoral de toda la extensión del territorio brasileño.
Hubo muchas guerras, como la de paraguaçu, en el Recóncavo Baiano; el exterminio de los Potiguaras, en Río Grande del Norte.
Entre otras que no son relatadas por la historia, pues, fueron olvidadas.
Pero, aquí quiero hablar de la bravura de dos caciques; el Cacique Aimoré y el Cacique Tupinambá, y relatar su visión de la historia.
La Confederación de los Tamoios
Una de las guerras más importantes, disputadas por la alianza entre nativos americanos y blancos, para preservar su territorio de los invasores fue la Confederación de los Tamoios.
Para los indios, ¡peor que perder sus tierras ante un extraño, era perderla ante muchos extraños!
Por eso, incluso viendo el tamaño del enemigo que se aproximaba a la orilla del mar, entre 1563 y 1567, los indios Tupinambá (de la Sierra del Mar) y los Goitacá (también de la Sierra del Mar), hicieron la alianza con los hombres blancos y crearon la Confederación de los Tamoios.
Pero, en los dos lados de la disputa había indios y blancos y, en los dos lados, la historia no era verdaderamente narrada a los de “piel roja” (piel que el sol quemó).
Los Tamoios vencieron muchas batallas, aunque la mayoria de ellos no sabían la causa por la cual luchaban, pues, el hombre blanco apenas hizo uso de su fuerza.
El indio fue engañado y usado por “blancos reformadores” (los conquistadores) y por “blancos pacificadores” (los jesuitas).
De cualquier forma, el indio perdió, pues, millares de vidas fueron diezmadas; decenas de tribus desaparecieron y muchos indios huyeron y se ocultaron en las densas selvas.
Esa fue la historia de la Reforma y de la Contra-Reforma, ese era el destino de la colonización, de la corona contra la iglesia, de una nación contra otra y de la cual el indio participó sin saber la causa por la cual luchaba.
Las tropas indígenas de los Tamoios fueron vencidas por los jesuitas y aquellos que no huyeron, se volvieron siervos del hombre blanco. Y aquí se inició una nueva historia para Brasil.
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La relación del Cacique Aimoré y el Cacique Tupinambá
El Cacique Tupinambá y el Cacique Aimoré eran amigos, sus tribus eran vecinas y compartían las mismas costumbres, las mismas tareas e incluso la misma lengua.
Los habitantes de las dos tribus eran amigos y podían auxiliarse. Durante siglos pudieron vivir en paz y tranquilidad.
Las guerras eran solamente con los indios Guaikurus, cuando estos intentaban invadir su territorio.
Los indios de las diversas etnias, que habitaban las Américas, eran altos, fuertes, temerarios y nobles.
Sabían progresar sin amenazar la naturaleza, vivían en aldeas bien organizadas. Pero, la interferencia del blanco y la mezcla de las razas hicieron al indio perder su origen y su verdadero código de valores.
Cuando ocurrió la guerra que diezmó las tribus Tupinambá y Aimoré, los Caciques dieron sus vidas para evitar la extinción total de sus razas.
Al final de la batalla percibieron que habían sido engañados por el hombre blanco y ayudaron a algunos indios a huir para preservar la raza y la verdad de su historia.
Aquellos que se salvaron fueron a lo más lejano que pudieron y hasta hoy no se sabe más dónde encontrarlos.
Ascención del Cacique Aimoré y el Cacique Tupinambá
Los Caciques Aimoré y Tupinambá lloraron la pérdida de los suyos, por la masacre que ocurrió.
No importaba el lado de la batalla; todos perdieron.
Ellos partieron hacia la morada de Mboi (uno de los siete monstruos legendarios de la mitología guaraní).
Allí en las Cataratas del Iguazú, se establecieron hasta aguardar el llamado de Tupá (dios supremo de los guaraníes).
La misión de los Caciques Aimoré y Tupinambá
Cuando les hablaron de una tierra semejante a la de ellos donde podrían trabajar sus orígenes ellos aceptaron la tarea.
Fue así que se dirigían a la ciudad astral de Jurema y ayudaron al pueblo de Aruanda en la propagación de la nueva religión de amor y unión de todas las razas. ¡La Umbanda!
Los Caciques Aimoré y Tupinambá aceptaron comandar las falanges que recibieron sus nombres y trabajar con los indios desencarnados en las batallas a la orilla del mar.
De esta manera tuvo inicio una nueva historia de revitalización espiritual del suelo brasileño por los nativos de piel roja.
Ahora ellos podrían trabajar con sus hermanos brasileños, sin el preconcepto por el color de su piel y por sus orígenes, pues, hoy ellos son aceptados como son.
¡Apenas nativos sudamericanos!
Caboclos de la Umbanda.
¡Oké Aró Caboclos!
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