En este articulo vamos a hablar de la importancia de la atención espiritual, es decir, atención como mecanismo espiritual.
En Umbanda la práctica de la caridad es muy importante.
Es uno de los principales propósitos de la Umbanda y es porque la práctica de la caridad nos hace empatizar con los demás, nos muestra que las otras personas son iguales que nosotros.
Así como también, que por más pobre que sea una persona siempre tendrá algo para dar y no importan la cantidad de bienes materiales que tenga, siempre necesitará de otra persona.
Además, nos ayuda a desprendernos de las cosas materiales y valorarnos a nosotros mismos, valorar más allá de este mundo físico y material.
En Batuque (nuestro culto a Orisha) esto también existe.
Hay una serie de preceptos llamados Òfin, uno de los cuales nos habla de prestar atención, de dirigir la atención.
Nos dice que hemos de hacer las cosas con conciencia.
Para esto precisamente tenemos que prestar atención, tenemos que conocer los tipos de atención y como prestar atención.
Para comenzar con este tema, tenemos que saber que la atención, es algo que si nosotros no la dirigimos actuará de formar automática.
Es como la respiración, si yo no estoy pensando en mi respiración, automáticamente mi cuerpo respira solo, ahora si yo me concentro en mi respiración, entonces puedo controlarla.
Eso es entonces prestar atención a mi respiración y lo mismo ocurre con la atención espiritual.
En principio existen 3 tipos de atención espiritual
Cada uno de estos tres tipos de atención representan una forma de dirigir nuestra energía espiritual. Ya que donde esta tu atención esta tu energía.
El primer tipo es la atención alterna o alternada
La atención alterna es como un ir y venir.
Nuestro cerebro busca desafíos para mantenerse alerta, por eso la atención alterna es el estado más común de la atención.
Cuando somos curiosos hay tres áreas del cerebro que trabajan más: la corteza prefrontal, el núcleo caudado izquierdo u las circunvoluciones del hipocampo. Todas ellas están relacionadas con las emociones y pensamientos positivos. Por eso nos sentimos felices cuando descubrimos algo que hasta el momento desconocíamos.
En el estado de atención alterna, no se dirige la atención, funciona por instinto.
De esta manera, prestamos atención a una cosa y al momento a otra diferente, dependiendo de lo que “nos llame la atención”.
Suele ser un periodo de 5 minutos aproximadamente ya que en este estado la mente se aburre fácilmente.
Es una función automática y por lo tanto inestable. Es muy difícil mantener la atención en algo, cuando depende de ese algo y no de uno mismo.
Es el estado más común ya que normalmente vamos pensando en muchísimas cosas a la vez, en lo que paso ayer, en lo que debo hacer mañana, nos distraemos con facilidad y no nos centramos en el aquí y ahora.
El segundo tipo es la atención dirigida o prestar atención durante un tiempo determinado
La atención dirigida, es cuando prestamos atención conscientemente a algo.
Constituye una focalización de nuestra conciencia que permite filtrar la información de forma adecuada.
Como la atención está integrada por componentes perceptivos, motrices y motivacionales, su neuroanatomía se distribuye en diferentes regiones cerebrales, subcorticales y corticales.
En este modo de atención entran los estados de hipnosis, meditación y también cuando queremos realmente aprender algo.
Suele durar alrededor de 45 minutos.
Por eso las clases generalmente duran 40 minutos y las asignaturas más complejas se dictan por la mañana que es cuando mejor podemos aplicar este modo de atención.
Nuestro organismo requiere un mecanismo neuronal que lo regule y lo focalice. Ya que la capacidad de nuestro cerebro para procesar la información sensorial, es más limitada que la capacidad de sus receptores para captar el entorno. Es decir, la información entrante supera la capacidad de procesamiento de nuestro sistema nervioso.
Ese mecanismo imprescindible es la atención dirigida.
Este estado es el que buscamos cuando realizamos practicas meditativas o nos enfocamos en el aquí y ahora. Además, de que es una excelente técnica para deshacernos del estrés, la ansiedad por lo que vendrá o la nostalgia del pasado.
Muchas de las practicas que se realizan en nuestra tradición tienen como objetivo traer al consciente nuestras reacciones inconscientes, para poder cortar el circulo incesante de pensamientos y acciones no deseadas.
Estar presente es muy importante, enfocados en lo que queremos hacer ahora.
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El tercer tipo de atención espiritual se llama fusión
La fusión se obtiene, por ejemplo, cuando hacemos meditación en movimiento, o en estado de trance, cuando los sentidos se pierden.
Estas aquí y ahora, prestando atención a lo que te sucede dentro, pero también a lo que está pasando fuera; es como estar en todas partes y en ninguna a la vez.
Esta práctica hace que nuestra glándula pineal segregue de forma natural grandes cantidades de dimetiltriptamina (DTM). Generando un estado alterado o ampliado de conciencia que favorece la percepción de visiones, algo similar a lo que se experimenta en la fase de sueño REM; pero en estado de vigilia.
Las ondas cerebrales predominantes en este estado son Beta y Theta.
Se fusiona lo que hay dentro con lo que hay fuera. Mientras que, en los otros dos estados de atención espiritual, solo se focaliza en uno, o lo de fuera o lo de dentro.
Una herramienta muy buena para desarrollar este tipo de atención, son las meditaciones dinámicas, con música en directo y danzas predeterminadas.
Si quieres saber más sobre esta práctica mira este video.
Otra de las practicas que solemos utilizar se llama Òfin Ògúndá
En nuestra tradición, Àṣa Òrìṣà, como en muchas otras, existen una serie de normas o preceptos destinados a pulir y mejorar nuestro ser.
Son dieciséis preceptos, y nacen en el signo “Ìká-Ófún” de “Ifá”.
Estos preceptos, son para todos los practicantes de esta tradición.
El ejercicio exhaustivo y constante de las practicas ancestrales, permite al iniciado serenar las alteraciones de los pensamientos y los sentimientos, provenientes de la mente, purificando así el cuerpo, y preparando a estas personas, para poder alcanzar finalmente el “Ìwá Pelé”, es decir, el despertar de la consciencia.
En el estado definitivo de realización o de conciencia suprema, al que se llega a través de un estado de conexión profunda, en el que se trasciende el cuerpo físico, nos hacemos uno con el gran ser cósmico, llegando a integrar lo absoluto.
Estos preceptos se llaman:
“Òfin”, y se dividen en dos grupos de ocho; “Òfin inú” y “Òfin àwùjọ”.
Òfin Inú:
Como se puede percibir, el camino del chamanismo sincrético afroamericano, no se limita a las series de rituales practicados en un centro espiritual, sino que el objetivo de todo iniciado debe ser cultivar una mentalidad que se traslada a diferentes aspectos de la vida, a esto le denominamos lógica espiritual.
Es así como, en nuestra tradición, tenemos ciertos códigos morales o conductas denominados “Òfin”. Los que nos permiten vivir en armonía con nosotros mismos, los denominamos “Inú”.
Ògúndá es el cuarto Òfin y significa disciplina.
Comienza por dirigir nuestros pensamientos, sentimientos, palabras y acciones de forma consciente, para que todo lo que suceda surja por iniciativa propia.
Esto se refiere a ser consciente y comprender las causas y efectos de las acciones que emprendemos, o dejamos de emprender.
Ògúndá abarca la capacidad de prestar atención, como un acto de responsabilidad, desarrollando la habilidad de estar siempre alerta y responder correctamente.
Nuestros ancestros nos han enseñado que el suceso no es lo importante, sino la respuesta que damos en cada caso.
La forma de conducta que aprendemos a través de Ògúndá, no es sólo la habilidad de responder a lo que viene a nosotros, también es la capacidad de reivindicar nuestras acciones y de ser responsables de todo lo que hacemos o dejamos de hacer.
Esto implica no negarnos la verdad a nosotros mismos, ni ser indulgentes.
Nuestra capacidad de responder impecablemente y con integridad a los eventos que creamos, es lo que nos lleva al terreno de Ògúndá. Este aspecto de la responsabilidad es la disciplina, que es, ser discípulo de uno mismo, aprendiendo el proceso de encarar la vida directamente y de actuar sin prisa.
Òfin àwùjọ:
El otro conjunto de normas, es denominado Àwùjọ, y son códigos o conductas que benefician la relación que establecemos con los demás.
Este conjunto de directrices, ayuda a que nuestras practicas se puedan realizar en cualquier entorno social y cultural, sin generar conflictos.
Nuestra tradición tiene normas éticas enfocadas en la interacción social y la interculturalidad, las cuales, nos llevan por una dirección, que forma en nosotros un rasgo característico, que podemos identificar en las ocho reglas sociales, Òfin àwùjọ.
Para saber mas sobre los dieciséis Òfin, te recomendamos leer este libro.
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